Los dias en el arbol eran igual de dulces y perezosos, el arbol acunaba a Keily contandole historias o cantandole una nana. O a veces, los animales rodeaban a Keily y la miraban con curiosidad, se alimentaba de los frutos que daba el arbol y no le parecia mal vivir alli... Pero, un dia...
-Nos vamos -le dijo Keily a Lumina.
-¿A donde?
-Al pueblo.
-¿No querias quedarte?
-Bueno, si... Pero, debo disculparme con Sam y ya es hora de volver.
-Bien, como tu digas.
Se despidieron del arbol y le dijeron que volverian a visitarlo. Se encaminaron por un sendero para ir al pueblo y, al fin, llegaron. Encontraron a Sam sentado en la plaza, solo y con una cara muy triste. Cuando vio a Keily, abrio mucho los ojos. Pero los volvio a bajar.
-Sam... Lo siento mucho. -le dijo Keily sentandose junto a el-, te trate fatal, y ya a pasado una semana...
-Pense que me habias abandonado. -dijo el enfadado.
-No, no, yo nunca te abandonaria.
-Ahora mismo no quiero hablar contigo -dijo y, se levanto.
-Vale, te entiendo -le dijo Keily.
Y, los dos, tomaron su camino, Keily llego a su casa. No estaba muy limpia, se puso comoda y limpio un poco, despues, cogio un libro de ciencias y se puso a estudiar.
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