La gente empezó a llegar, uno a uno, se unieron. Se juntaron, hablaron, charlaron, hasta que al final, la señora Marta y el señor Jack, padres de Sam, empezaron a traer los dulces mas exquisitos de su tienda, incluida una gran tarta con trece velas. El cumpleaños fue maravilloso, e hizo olvidar a Keily todos los malos pensamientos que se le habían pasado por la cabeza ese día. Ya eran las diez, todos se fueron, uno a uno, como habían llegado, a su casa. Solo quedo Keily en la plaza, y como había llegado, también se fue. Lumina había asistido a la fiesta también, y estaba extra contenta.
-¡Que maravillosa fiesta!
-Si, pero me siento cansada... -suspiraba Keily.
-Te entiendo, después de una fiesta así, repetirla seria una tortura.
-Cierto. Los ciudadanos se tomaron muchas molestias, incluso Sam, no se puso ese típico pantalón raído y jersey roto que se suele poner.
-Si, me he fijado.
-¿Tenemos clase de hechizos?
-Lo siento mucho tesoro, pero hoy si toca clase.
-Puff... Estoy agotada.
Llegaron a casa, bajaron al sótano, cogieron algunos libros de hechizos y subieron a la habitación para ver si podían aprender algo.
-Bien, -empezó Lumina-, aprenderemos el hechizo de camuflaje. Es dificil tendras que concentrarte, intenta lo, camufla te en la cama.
-¿Como? -dijo Keily bostezando.
-Vaya, esta mas cansada de lo que creía -dijo Lumina para sus adentros-, Lo dejaremos para mañana, te veo muy cansada... Duerme, cariño.
-Si... -dijo acostándose.
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