domingo, 2 de mayo de 2010

Tarde hechicera-Capitulo 18

Después de comer, Keily se marcho com Sam.
-Olle, Keily -le dijo Sam-, siento mucho lo que ha pasado antes.
-¿Que?
-Lo de antes, cuando estabamos yendo a mi casa, me porte fatal, no es culpa tuya que mi madre este enferma, no la puedo pagar contigo.
-¿Y con quien la vas a pagar si no? -dijo Keily, contenta-, soy tu mejor amiga, o por lo menos así lo veo yo. ¡Y los amigos estan para eso! Para desahogarse cuando haga falta y para pedir perdon.
Sam sonrio por primera vez en todo el dia, y se dio cuenta de lo agraciada que era su amiga.
-Olle, Sam ¿Tu también posees poderes, no es así? ¿Cuales? Nunca te he visto hacer ningun hechizo, ni magia...
-Aun estoy aprendiendo, se hacer algunos hechizos, como cerrar puertas, hacerme invisible...
-¡Aja! -exclamo Keily- tienes el poder de la Destruccion...
-Si, existen dos poderes, segun me han explicado, Creacion y Destruccion. ¿Tu tienes los dos, verdad?
-Si, creo que si, pero aun no he...
-¡¿Aun no has hecho ningun hechizo?! -exclamo Sam, antes de que su amiga pudiera terminar la frase.
-No, Lumina no me deja, menos mal que no está aquí por que si no... ¡Menudo castigo me cae, es como una madre!
-Ojala mi madre...
Keily le puso el dedo en los labios a su amigo.
-Intenta olvidarla... ¡OH, CLARO, SOY UN GENIO! -exclamo entonces-, he tenido una idea.
-Si, me e dado cuenta -dijo Sam.
-¡Vamos corriendo a mi casa! ¡Oh, espera! ¡¡NECESITO A LUMINA!!
-Aqui estoy -dijo Lumina apareciendo de repente delante de Keily.
-¡LUMINA, CORRE LA VOZ, DILE A TODOS MIS AMIGOS QUE SE REUNAN EN LA PUERTA DE MI CASA!
Sam estaba confuso ¿Que queria su amiga? Corrieron a casa mientras Lumina invitaba a todos los amigos de Keily y Sam.
-Bien, Sam, este es el plan, una obra de teatro, yo sere la estrella, por así decirlo, prepararemos el salon como un teatro, reune todas las sillas que puedas.
Sam se puso a trabajar, mientras Keily preparo un pequeño escenario, con una mesita y algunas cortinas, el escenario ya estaba listo, y las sillas también. Los amigos estaban a punto de llegar.
Tocaron a la puerta, Sam corrió a abrir mientras Keily, detrás de las cortinas, se vestia con las ropas más extravagantes que había visto nunca, chalecos dorados, faldas escocesas con los colores del arcoiris... Se vistio de mil maneras, he hizo esperar mucho a sus amigos, pero por fin, el telon (las cortinas) se abrieron. Sam estaba sentado en la silla más comoda, Keily le dijo que se sentara allí, porque en una pequeña parte, el también era el protagonista, la idea era hacerle olvidar por una tarde la enfermedad de su madre, porque Keily y Lumina harian los hechizos más bonitos e increibles que se pudieran imaginar.
-Bienvenidos al circo de la magia -dijo Keily, haciendo una reverencia- soy la bruja Keily, y con ayuda de mi compañera, Lumina, hare un numero de hechizos espectaculares.
Todos aplaudieron.
-Empezemos -dijo Keily- bien, necesito voluntarios.
Algunos levantaron la mano, Ice, Vainilla, Alhelí...
Subieron al escenario.
-Muy bien chicas -prosiguio Keily- ¡Os cambiare el color de los ojos!
"Oooh" se oyo en toda la sala.
-¡Oh, que bien! -exclamo Ice emocionada-, ¡Ya estoy harta del color de mis ojos!
-Perfecto, haced una cola.
Primero Vainilla, luego Ice y luego Alhelí.
-¿De que color quereis los ojos?
-¡Yo verdes esmeralda!
-¡Yo azules cielo!
-¡Yo malva!
Una salio con los ojos verdes, otra con los ojos azules y otra con los ojos morados fosforescentes (nada que ver con el color malva, pero Keily lo había intentado)
-¿Cuanto durara el hechizo? -pregunto Alhelí.
-No se... Quizá hasta mañana.
Sam estaba maravillado, pero los hechizos solo acababan de empezar, Keily hizo muchos más, convirtio las lamparas en ranas, hizo peinados a las chicas con mover un solo dedo, volo por los aires haciendo piruetas, y convirtio la habitación en una pista de hielo donde todos patinaron, luego hizo fresas tan grandes como manzanas y platanos tan pequeños como fresas. Todos se divirtieron mucho, y no veian la hora de irse, pero ya era tarde, y las madres les estarian esperando, cuando todos se fueron, entre Sam y Keily, recogieron todo y lo dejaron como antes.
-Gracias, Keily -le dijo Sam.
Se despidieron, y así concluyo el día, un día... casi normal.

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